jueves, 15 de noviembre de 2007

Interesante entrevista a Nicolas Philibert...

Nicolas Philibert, director de 'Ser y Tener', narra la experiencia de llevar a cabo una película documental en la que doce niños de diferente edades comparten aula y profesor.Un film muy abierto en la que todos los espectadores podrán 'proyectar en ella lo que quieren: sus propios recuerdos de infancia...En lo que a mí respecta, esta vuelta a la escuela me ha hecho recordar lo difícil que es aprender y crecer. Ahí esta , quizás, el verdadero tema de la película'
Karma Films

¿Cómo surgió la idea de la película?
En la primavera de 2000 empecé a imaginar un proyecto sobre el mundo rural, y me fui a la búsqueda y al encuentro de agricultores al borde de la ruina...Pero durante el periodo de mis investigaciones, la idea de una película sobre una escuela de pueblo se adueñó de mí poco a poco, sin saber muy bien el porqué.Es cierto que, desde hacía tiempo, tenía ganas de hacer algo sobre el aprendizaje de la lectura, pero esta idea quedó en bruto, como todas esas cosas que guardamos en el fondo de uno mismo esperando que salgan a flote.En mí, el deseo de hacer una película surge de improviso, después de casualidades... A veces es apenas un sonido, un rostro, una situación lo que provoca el “clic”.A veces es un poco más, pero digamos que esto no viene nunca de una elaboración abstracta, de su sabor ”libresco” o de una voluntad didáctica.Aunque mis películas sean documentales, procuro ante todo contar historias desde los lugares que investigo. De hecho, por su forma narrativa, y por su composición, no creo que éstas estén tan alejadas de la ficción.

¿Cuáles fueron las razones que le hicieron escoger esta escuela?
Mucha gente no lo sabe, pero en Francia todavía hay miles de colegios de clase única. Empecé por determinar una región, el Macizo Central, porque quería ubicar la película en un sector de media montaña, donde el clima fuera duro y el invierno difícil.Por añadidura, me parecía esencial encontrar una clase con un grupo reducido (de 10 a 12 alumnos) de manera que cada niño fuera identificable, y pudiera ser “un protagonista”, un “personaje de la película”.También quería que el rango de edades fuera lo más amplio posible – desde párvulos hasta 4º ó 5º de primaria o más – por la personalidad y el encanto que emanan de estas pequeñas comunidades heterogéneas, y por el trabajo tan particular que exigen sus profesores.Y ya, puestos a pedir, si la clase podía ser grande y luminosa (no era cosa de añadir iluminación) y si los niños tenían rostros bonitos, pues mejor que mejor.Naturalmente, yo sabía que muchas cosas dependerían de esa elección, y la responsabilidad recaería sobre los hombros del educador, pero sobre ese punto determinante estaba muy abierto: podía ser hombre o mujer, joven o menos joven, experimentado o no...Yo sabía que al final esto no daría la misma película, pero de ese lado no tenía ninguno a priori.

¿Cómo ha procedido para encontrar la clase?
Mis pesquisas duraron cerca de 5 meses. Al principio, lo hice de manera muy empírica. Tenía algunos contactos en Loréze, y fue por ahí por donde empecé.Era ya mediados de Junio. Me quedaba muy poco tiempo antes de las vacaciones de verano, pero aún así visité bastantes clases y recorrí centenares de kilómetros por las carreteras de las Cevennes...Siempre fui bien recibido, pero ninguna de esas clases me convenían del todo: en unas había muchos niños, en otras demasiado pocos...Resumiendo, a primeros de Julio, volví a París de vacío, pero eufórico, muy satisfecho por la forma en que habían acogido mi proyecto.Entonces, basándome en las inspecciones académicas de unas decenas de provincias, comencé a buscar de una manera más racional y amplia. Todo resultaba complicado: había que superar las barreras propias de los secretariados, ir escalando la jerarquía establecida y poco a poco vencer su desconfianza. Máxime cuando la fórmula de las clases únicas, apoyada hace algunos años, no está en estos días en su mejor momento. La tendencia actual nos lleva hacia el “reagrupamiento pedagógico”; todos los niños de párvulos en su pueblo, los de C. P. Y CE1 en el pueblo vecino, los grandes (CE 2, CM1, CM2) en un tercero...Alrededor del 20 de octubre, había terminado localizado más de 400 clases únicas, contactado con 300 y visitado un centenar. Pero ninguna de ellas respondía a las expectativas, siempre cojeaban en algo.Al lado de una de las escuelas que visité estaban construyendo una urbanización, por lo tanto, las hormigoneras estarían funcionando durante el rodaje constantemente justo frente al colegio.Otra de ellas parecía el camarote de los hermanos Marx. El espacio era minúsculo, los niños estaban afinados, y antes de filmar un plano mi equipo (un jefe operador, un asistente de cámara, un ingeniero de sonido y yo), ¡teníamos que desplazar las mesas! Además, la profesora estaba embarazada, y estaría de baja a partir del mes de marzo. Desde el punto de vista “dramático” me atraía la idea de que llegara un sustituto a mitad del año académico (y en mitad de la película) pero los servicios administrativos me dijeron que como no sabían quien cogería el relevo no me podían asegurar que el sustituto permitiera que se le filmara durante su trabajo. ¿Y si me encontrara con alguien que no quisiera ser filmado?Entonces, en la víspera de la fiesta de Todos los Santos, entré en el colegio de ese pueblo del Puy de Domme, empotrado en el corazón de Livradois-Terez-St. Etienne Aur Usson, y al cabo de un cuarto de hora, tuve la convicción de haber encontrado por fin la escuela que tanto había buscado.

¿Qué tenía esta clase que la hacía mejor que las otras?
Además de reunir todos los criterios que me había fijado (no muchos niños, gran diversidad de edades etc...) enseguida me conquistó la personalidad de su maestro. En él percibí, bajo unas facciones algo autoritarios, una profunda atención, un ser delicado y púdico.Siempre que pensaba estar sobre una buena pista llevaba una pequeña cámara DV.Al filmar las primeras imágenes de la clase, comprendí que él no buscaría a toda costa su mejor perfil, ni argumentarlo. Nada de demagogia, nada de espectáculo con su estilo un poco tradicional. Sentí que inmediatamente se impondría como un personaje fuerte, sin llevar la película por los senderos del pasado.Y también estaban los niños, con sus rostros tensos por el deseo de ir hacia delante, a veces inquietos, a veces relajados, a menudo graciosos y risueños, y otras veces serios, cerrados e indescifrables.

¿El maestro aceptó fácilmente?
Como muchos otros antes que él, se extrañó que se pudiera hacer una película sobre un tema tan frágil: mucha gente piensa en el documental como un magazine o reportaje dirigido al medio televisivo.He explicado mi acercamiento, precisando que era contrario a toda perspectiva didáctica, no estando ahí para ilustrar con imágenes un propósito establecido anticipadamente. Acercamiento que tampoco quería tener como fundamento lo pintoresco o lo nostálgico. (¡Ah, el abandono de los campos! ¡Ah, una escuela de un estilo de vida en extinción!) pero sobre todo el deseo de seguir de cerca el trabajo y la progresión de los niños, de manera que los espectadores pudieran compartir sus fracasos, sus logros y sus momentos de desaliento.Entonces me habló de su clase, del apego que tenía a esta pequeña “tropa” que después de 35 años de experiencia, le obligaba a adaptar continuamente sus métodos de trabajo, sin negar que a él mismo le parecían un poco clásicos.Para tranquilizarlo le dije que yo no tenía la intención de criticar su manera de enseñar los quebrados o el gerundio. Él sería el pilar, el centro de gravedad de la película. Estaría continuamente bajo el objetivo de la cámara pero lo que cogeríamos de el, sería una impresión de conjunto, los contornos de toda su personalidad.Poco a poco cogió confianza . A 55 años le quedaba un año y medio antes de la jubilación. Una ocasión, quizás, por esta experiencia de terminar su carrera con un recuerdo bello, antes de comenzar una nueva vida. Le propuse que reflexionara algunos días y 48 horas más tarde, me dio su consentimiento.

¿Y los padres cómo reaccionaron?
Enseguida mostraron entusiasmo, sin duda debido a la confianza y al respeto surgido tras 20 años de enseñanza. Me parecía indispensable decirles que sus hijos no serían filmados todos por igual, no siempre en situaciones simpáticas, ya que no existiría la película, ni mucho menos historias.Con relación al montaje, les dijimos que habría que eliminar horas y horas de brutos, sacrificando sin duda escenas bellas, teniendo en cuenta que el montaje no es una recopilación de los mejores momentos sino una construcción que obedece tanto a sus propias leyes como a los deseos del realizador.En resumen, para evitar toda ambigüedad, yo quería dejar claro desde el principio mis intenciones en la película.A los niños, también les habíamos pedido su consentimiento. Estaban orgullosos de haber sido elegidos, pero para ser sincero, dudo que los más pequeños comprendieran verdaderamente de que se trataba.Viendo las películas, tenemos la impresión que los niños olvidan muy pronto su presencia...El primer día de rodaje, les explicamos detalladamente para que servían todos nuestros aparatos: la pértiga, el magneto, el trípode, los objetivos de cámara, la película... Todos y cada uno de ellos miraron a través de la cámara, jugaron con el zoom, y se pusieron los cascos.Su curiosidad fue en parte satisfecha, al explicarles las reglas del juego y como íbamos a trabajar.Cuando el maestro retomó la clase nosotros también nos pusimos a trabajar, y al cabo de tres días, éramos casi parte del mobiliario.Naturalmente, desde el primer al último día, fuimos lo mas discretos posible, para no frenar el desarrollo normal del grupo¡Éramos permanentemente cuatro personas del equipo en la clase! De hecho, que un niño mirara a cámara no me molestaba. Durante todo el rodaje traté de guardar una especie de “neutralidad bonachona”. Sin eso todo hubiese ido “manga por hombro”. Como venganza, uno de los fines del juego era ver como el maestro llega a hacer trabajar simultáneamente a 13 alumnos de edad y nivel diferentes, no era lícito ayudar a aquellos que nos pedían esa ayuda. Tampoco era cuestión de reír si uno de los niños se hacía el graciosillo, ni de seguirles el juego.A veces era difícil, pero cada uno seguía su papel. Para cualquier película, hay que saber encontrar y establecer una buena distancia. Esto es lo que se va a imprimir en la película y será directamente reflejado.Durante los recreos, si no estábamos filmando, nos hacíamos sus colegas. Pero en cuanto la clase o el rodaje empezaban, se acababan las bromas y los juegos. Muy pronto todos aprendieron a la diferencia entre una cosa y otra.

¿Cuánto tiempo estuvisteis en la clase y con que dificultades os encontrasteis?
El rodaje duró diez semanas -repartidas entre Diciembre de 2000 y Junio de 2001-. Durante ese tiempo, acumulamos cerca de 60 horas de brutos. Desde el punto de vista técnico el rodaje era muy complicado porque una de las personas de nuestro equipo que estaba dentro de la clase (Julien Cloquet) se encargaba únicamente del sonido. Teníamos que cubrir toda la clase y nunca sabíamos de antemano quien iba a intervenir. Al filmar, las trampas eran incalculables: debíamos vigilar constantemente que no se vieran nuestros reflejos en las ventanas ni sobre la pizarra. La elección de no usar más iluminación que la de los fluorescentes existentes daba como resultado una pequeña profundidad de campo y no nos permitía ningún margen de error. Todo esto, unido a la propia naturelaza del rodaje, nos obliga a cada todos a dar lo mejor de nosotros.Al ver la película da la impresión de una gran serenidad.

¿No tiene la impresión de haber enseñado en una escuela demasiado idílica?
Es verdad que por el clima de respeto que transmite en su clase ese maestro, nos ofrece una bella imagen de su profesión.Nosotros no quisimos convertirle en un modelo, que sirviera de inspiración a los demás.Durante mi búsqueda, vi profesores de todas las clases. Cada uno tenía su estilo, sus métodos, sus pequeñas recetas, pero casi todos me han dado la impresión de implicarse con fervor en lo que hacían.¿idíllico? Para mí la película es muy abierta. Permite a todos los espectadores la posibilidad de proyectar en ella lo que quieren: sus propios recuerdos de infancia... En lo que a mí respecta, esta vuelta a la escuela me ha hecho recordar lo difícil que es aprender y crecer. Ahí esta , quizás, el verdadero tema de la película.

1 comentario:

María Dolores Díaz Noguera dijo...

Muy bien. Me gusta mucho esta entrada. Has seleccionado la ficha técnica.