martes, 1 de abril de 2008

Tribus urbanas: La diversidad



Punks, metaleros, hip hoperos, otakus, qué confusión. Pero igual es entretenido que exista diversidad en cuanto a formas de vestir y pensar.
La juventud como fenómeno sociológico es un hecho reciente. Antes de los años 50 los jóvenes no se diferenciaban de los viejos, sino que se vestían igual y hacían más o menos las mismas cosas.
Fue con la irrupción de James Dean en la pantalla grande que esta situación empezó a cambiar. El espíritu irreverente y anárquico que personificara en “Rebelde sin causa”, la famosa película de Nicholas Ray, dictó la pauta de lo que sería el comienzo de la diferenciación juvenil. Aislados e incomprendidos, los protagonistas del filme buscan dar remedio a su apatía entre sus compañeros de generación. El look de Dean comienza a ser tomado como referente desde entonces.
En los años siguientes los jóvenes pasaron a adoptar una vestimenta y normas de comportamiento que los distinguían como grupo social. Se popularizan los jeans, las faldas se contraen, los hombres se dejan crecer el pelo y las mujeres se lo cortan, y todo lo que va dirigido a la juventud tiene un diseño diferente.
A su vez los jóvenes empiezan a agruparse según sus gustos e intereses. Aparecen los hippies, los motociclistas, los rockeros, los que siguen la onda disco, más tarde los punks, los breakdancers, etc, y ese escenario sigue evolucionando a tal punto que hoy se ha vuelto casi incomprensible. Dentro de cada grupo hay una amplia gama de sub clasificaciones que parece ir en aumento. Son las llamadas “tribus urbanas”.
El término “tribus urbanas” fue usado por primera vez por el sociólogo francés Michel Maffesoli, en un libro llamado "El Tiempo de Las Tribus". A juicio de este estudioso, las tribus serían grupos fundados en la comunidad de emociones (o sea que se emocionan con las mismas cosas), que se oponen a la pasividad del individuo común frente a la sociedad de masas (o sea que no ven los estelares de la TV abierta), que sociabilizan usando los mismos códigos, tienen las mismas costumbres y frecuentan los mismos lugares. Todo esto te puede sonar un poco obvio, pero la gracia de Maffesoli es que lo dice en un lenguaje un poco más complicado. Si quieres leer el libro, lo puedes bajar aquí.

En resumen, las tribus reúnen a jóvenes que comparten espacios similares y se comunican a través de los mismos códigos estéticos, se visten parecido, hablan parecido y sobre todo, escuchan la misma música. Conforman una unidad homogénea pero si se los compara con el resto de la sociedad son bastante diferentes, o por decirlo de otro modo, “especiales”.


Es una suerte contar con tanta variedad frente a la homogenización que reinaba 10 o 20 años atrás. Sería una lata que todos vistieran y pensaran de la misma manera y por lo demás, una ciudad se ve más bonita con más colores.

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